Del privilegio al derecho en Educación
“Breve esbozo de la importancia de la ley Estatutaria de Educación”
Por Armando Zambrano Leal Ph. D
La educación, como proceso humano, es la base del esplendor de una sociedad. Dicho proceso abarca las esferas donde lo humano adviene en su cultura y, por esto mismo, va de lo social a lo moral pasando por lo político y lo ético. En la base, educar es compartir la experiencia de lo humano para que las generaciones más jóvenes superen los errores del pasado y avancen hacia un estado de mayor realización personal y colectiva. La educación tiene lugar en la familia; allí se aprenden los primeros gestos de socialidad. En la escuela, dicha socialidad se amplía y se enriquece con lo mejor de los saberes gracias a los procesos pedagógicos y sus prácticas de selección, organización, distribución y valoración (lo enseñado y lo aprendido). Luego, la educación se vuelve superior y allí se alcanza el dominio de las facultades del pensamiento, las destrezas y habilidades en la profesión, la altura del espíritu, la solidez del ser. En este sentido, la educación como proceso socio-institucional (familia-escuela-universidad) persigue fines como el bienestar colectivo, el desarrollo individual, la tranquilidad colectiva, la felicidad individual. A lo largo de esta cadena, las nuevas generaciones adquieren valores y desarrollan capacidades lo que pude definirse como un proceso que bascula entre el intelecto y lo espiritual, entre valores y saberes.
Dado que los saberes (científicos, técnicos, artesanales, etc.) son patrimonio común de la humanidad es menester enseñarlos para que otros los aprendan en igualdad de condiciones. Pero esta igualdad desaparece cuando la sociedad exacerba las posiciones de clase, se rige por ella o las convierte en un valor de poder y de saber. El reflejo de tal disparidad lo encontramos en las configuraciones institucionales dedicadas a la educación; pues unas son de élite y otras para las clases populares. Tal disparidad no sólo se rige por valores de clase, sino también por el poder económico. Esta disparidad está soportada sobre el principio del privilegio pues a mayor poder adquisitivo, cultural y social mejor será la educación. Es decir, nuestra sociedad vive aún la realidad que nos mostró, en la década de 1960, la sociología de la reproducción y es que la educación escolar reproduce las posiciones de clase. Incluso, desde la filosofía, se advierte cómo el sistema educativo colombiano niega la alteridad lo que no es otra cosa distinta que decir, el Otro es inexistente por la supremacía de la individualidad.
Pues bien, frente a esta realidad el gobierno lanza, a través del Ministerio de Educación Nacional, el proyecto de Ley Estatutaria mecanismo a través del cual se busca promover la educación para todos en las mejores condiciones. Dicha norma, en debate, plantea un reto social traducido en la siguiente pregunta: ¿cómo convertir el privilegio en un derecho fundamental? Esta pregunta se propone, como alternativa, impulsar, desde la educación escolar- la justicia social y esto porque la educación escolar oficial presenta terribles condiciones de realidad, acentúa las posiciones de clase, marginaliza los saberes, promueve ocultamente la exclusión social y cultural, establece linderos entre lo rural y lo urbano, limita el acceso a lo superior y muchas más realidades que sólo vemos quienes nos dedicamos a investigar las complejidades de la educación.
El fin supremo de la educación, hay que repetirlo, busca la plena realización de la persona en todas sus dimensiones. Pero dicho fin se ha visto truncado en nuestro país porque la educación escolar que se imparte masivamente en las instituciones educativas oficiales y en muchas de las privadas populares es de muy baja calidad. Es a partir de esta realidad que con la Ley Estatutaria se pretende acoger a la infancia desde una edad más temprana, garantizar la universalización del acceso a la educación superior, articular la educación media con la posmedia lo que significa mayor acceso a saberes técnicos y tecnológicos, acoger otros saberes que formen integralmente al ciudadano (artes, ciencias, deporte, recreación, cultura, innovación) y esto es muy importante porque vuelve la mirada sobre el ser y su espiritualidad; busca reducir esas brechas con sus exclusiones en los territorios más vulnerables y olvidados de la geografía, fortalece la educación rural buscando saldar la deuda social en la ruralidad, acoge a otros sujetos como aquellos que presentan condiciones excepcionales, los privados de la libertad, las víctimas del conflicto, trastornos de aprendizaje y, como si fuera poco, trae la paz al seno de las finalidades de la educación. Pero el proceso educativo tiene lugar entre dos o más personas, y en la institución educadora se traduce por estudiantes y profesores. A estos últimos su función será altamente reconocida lo que en lenguaje técnico se denomina dignificación.
Estos ejes de la Ley Estatutaria se han discutido ampliamente en diferentes Audiencias Públicas. En Cali, la Audiencia Pública tuvo lugar el 13 de octubre de 2023, coordinada y bajo el liderazgo de nuestro representante a la Cámara, Jorge Eliecer Tamayo Marulanda, quien en compañía de otros miembros de la Comisión Primera y en presencia de la Ministra de Educación, logró reunir a diversos representantes de los sectores de la sociedad civil, sindicatos, instituciones educativas oficiales y privadas, entes territoriales, agremiaciones privadas y públicas, estudiantes, maestros, madres comunitarias, padres de familia, profesionales de distintas áreas, jubilados, organizaciones sociales, comunitarias, etc. quienes, a través de sus intervenciones, orales y escritas, expresaron lo oportuno e importante de este proyecto de Ley e hicieron valiosas recomendaciones. En la Audiencia se vio reflejado el anhelo de cada uno y cada una por construir un mejor sistema educativo y esto nos motiva a seguir apostándole a la educación como la base fundamental de nación.
Pues bien, la gran esperanza social está en el corazón de la educación y no puede haber progreso ni mejores formas de vivir sí la sociedad no entiende que el proceso educativo es el vínculo entre las generaciones porque allí se comparte lo mejor de la ciencia, de los saberes ancestrales, de los saberes técnicos y tecnológicos, de los saberes artesanales y de oficios, de los saberes en toda su expresión y clasificación. Pero este vínculo debe darse en igualdad de condiciones y con calidad. Cuando la sociedad vuelve su mirada a la educación como su único territorio de humanidad, allí descubre la importancia de los saberes, la trascendencia de estar junto al otro, lo bello de crecer juntos y desplegar nuestras virtudes, la tranquilidad de saber que es mejor cooperar que competir y descubrir que ser educado es un asunto de felicidad y no de acumulación. Nuestra apuesta como sociedad es hacer de la educación un derecho pues sólo allí podremos vivir juntos en nuestras diferencias y crecer como nación. Al final, el privilegio destruye y el derecho une; la educación como derecho es el principio de la tranquilidad social. Esto último es lo que debemos debatir en esta importante Ley y es lo que nos inspira como ciudadanos y líderes; lo que encarna en sus principios democráticos nuestro amigo y Representante a la Cámara, Jorge Eliecer Tamayo Marulanda.
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Armando Zambrano Leal Ph. D
Es doctor por la Universidad Paris 8 (Francia) y estudios de filosofía y educación en la Universidad Lyon 2 (Francia). Es profesor universitario, profesor invitado de programas de doctorado en educación en universidades de Colombia, América Latina y Europa. Autor de varios libros de referencia en educación y más de cien artículos de investigación.